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Testimonios

Partos vaginales después de cesárea

El nacimiento de Matías por Silvia Kaspar

2 de septiembre de 2001

Después de la última reunión con el equipo (Alejandra Avendaño, Mari Mamani) el jueves, Con Arturo sacamos las cartas de las diosas. A mí me salió Sheila Na-Gin. Cuando mi supuesta fecha se pasaba y no se presentaba el trabajo de parto, cuando el equipo sugería alguna inducción o intervención, yo sentí con todo mi ser, con toda pasión, que yo quería parir mi hijo, más: que era mi derecho de mujer. Esa fuerza fue inyectada en sus reuniones y me movió. Estuve escribiendo a la noche sobre todo, miedos, emociones, broncas, etc. Dormité la mañana del viernes y tuve sueños con mi papá y una pareja oscura del pasado, entre otras cosas: aspectos pesados y densos de energía masculina. Durante el día hice la meditación de la diosa, bailé los cinco ritmos (como en los últimos días) pinté lo meditado. Después del mediodía llegó Arturo y compartimos todo lo escrito, lo soñado, lo vivido. El me mostró una vez más la posibilidad de continuar, y de vivir sin creerme que todas esas anécdotas soy yo, y que todavía tengo que cargar con cosas. Me recordó quien soy verdaderamente, hicimos el amor en un encuentro bendito. Esa noche por primera vez me ví calostro y a la mañana siguiente perdí el tapón mucoso, transparente con hilitos rojos. Celebración total: el parto estaba más cerca. Durante el día tenía contracciones suaves, salimos a caminar dos veces al parque. Y ya volvimos, tipo 19-20 hs, entramos a nuestro cuarto , las contracciones eran cada 10 minutos y de a poco crecían en intensidad. Nos entregamos al viaje, con la plegaria a nuestros guías y maestros. Me movía, cantábamos. Cuando se hacían más fuertes, me hacía muy bien largar la voz y Arturo acompañaba. Hice baños de inmersión. Ibamos hablando con la partera desde la tarde. Al escucharme por el teléfono, le propuso a Arturo que soltara la voz de otra manera, sin fuerza, abriendo más la glotis y visualizando un mismo canal desde la garganta a la vagina. Y todo eso funcionaba porque empecé a dilatar. A las 3-4 de la mañana, estaba muy cansada, todo mi cuerpo temblaba, cambiaba todas las posiciones. A las 4-5 de la mañana llegaron la médica y la partera porque se lo pedimos, y fue un alivio. Yo tenía bastante dilatación y empecé con ganas de pujar en las contracciones. Me dijeron que el bebé estaba alto todavía, pero yo no podía parar de pujar: las contracciones eran bastante seguidas. Y ahí estábamos, pasándolas una por una. El equipo bajaba y nos dejaban a nosotros, me proponían la verticalidad para ayudar a bajar al bebé. Y probaba todas las posiciones: agarrada de la cama en cuclillas, agarrada de Arturo de pie, con la espalda apoyada, en cuatro patas sobre la cama, en el agua. Yo estaba cómoda en cuatro patas, levantando una pierna en 90° de costado. Ya tenía toda la dilatación. Y teníamos la sensación de que el tiempo pasaba y no evolucionaba. Parece que Matu no bajaba. Estuve horas pujando cada 3 minutos. Se hizo el amanecer, y a eso de las 9.30 escuché pasar el churrero. Fue mi único registro de horario en todo el trabajo. Y fue muy fuerte. Sentía que mi cuerpo no daba más y que venía haciendo algo que no prosperaba. Al mismo tiempo sentíamos por parte del equipo un gesto de preocupación, como que algo no andaba bien. Estaba en la ducha con Artur y estaba exhausta, que lo que quería era que naciera Matías y le dije que necesitaba soltar en ese momento una idea de parto bueno-parto en casa, un concepto que estaba en la cabeza y que necesitaba soltar. Sentía: no soy la mujer maravilla, esto no está fluyendo, vayámosnos de acá. Arturo me decía: no vas a ser mejor o peor mamá de Matías por eso. Ya sos lo mejor para él, él ya te eligió. Seguía pujando en la bañadera mientras Arturo le decía al equipo. Durante el trabajo de parto, acepté que ellas me revisaran varias veces. Me decían que el bebé no miraba hacia el coxis, miraba la cielo, eso hacía difícil el descenso. Durante el trabajo también encontraron una protuberancia en el cuello del útero que hacía de vincha en la cabeza del bebé, reteniendo la bajada. También decían que seguramente era grande. Ibamos a la clínica sin saber a qué íbamos. Fuimos con el auto de Arturo, yo seguía pujando en cualquier lado. Nos despedimos de Flor que estaba con una amiga,llamamos a mi hermana para que fuera a casa. Apenas llegamos a la clínica La Florida, Alejandra me revisó , me dijo: hay más descenso, al parto¡Vamos a la sala! El trabajo ahí fue de 10-15 minutos. Había una camilla en la que ponés los pies y te agarrás e incorporás para pujar. Sandra lo ayudaba a rotar en las contracciones y Arturo me ayudaba a incorporarme, y me susurraba: la flecha, staccato *, sí, ya sale, amor. Pregunté si bajaba porque no me daba cuenta, me dijeron: sí, tocá la cabeza y la toqué una vez, pujé, la toqué otra vez y volví a pujar y nació como un pez. Todos llorábamos. Nació con dos vueltas de cordón y un ramillete de cordón en el cuello. Y en esta última parte tragó un poco de meconio. Gracias a Dios estaba nuestro neonatólogo que como un ángel cuidó a Matías. Me lo pusieron encima y después se lo llevaron, Matías nació hermoso, superformado, con cara de varón, manotas y patotas. Lloró enseguida. Yo también. Fernando le sopló lo que había tragado. Arturo lo bañó y Matu le hizo caca en la mano. Fue una explosión de amor esa sala de partos. En seguida me trajeron a Matu al pecho. Siento que estas palabras quedan cortas , que no abarcan ni un poco este desafío. Al rato un pujo y salió la placenta. Por supuesto pensé que me iba a quedar la vulva rota, después del trabajo y las acomodaciones que se intentaron. Sandra fue muy cuidadosa. Tuve una recuperación super. Tuve un desgarro y me dieron dos puntos.

El tiempo pasó y fuí procesando el parto en distintos niveles. Si bien sutil, fue amenazante la sensación de problema, de dificultad que nos transmitieron durante el trabajo. Compartiendo con otras mujeres, me dí cuenta que el tiempo "más largo" podía tener que ver con las vueltas de cordón y que hay trabajos mucho más largos también. Con Arturo éramos uno, inmersos en la labor. No recibimos ninguna palabra de aliento, no recibimos el valioso SI. Después me dí cuenta que nuestra preparación para este momento quizás fue escasa. No llegamos a profundizar en las emociones más primitivas que se estaban moviendo durante el embarazo, simplemente hacía reportes de cómo evolucionaba todo. Yo no sabía la importancia de abrir la emocionalidad más arcáica como forma de liberar más el terreno del parto. Un año antes de embarazarme de Matías, haciendo sesiones de respiración holotrópica, tuve la conciencia de que fuí abusada por mi papá cuando era muy chica. Toda mi sensación de impotencia salió a la superficie en medio de la intensidad del parto.

Alejandra fue impecable con los cuidados post-parto y me transmitió la sensación de fuerza y posibilidad cuando me dijo en la clinica que estaba todo dado para que se realice el parto. Al movernos de casa, dentro de las posibilidades también estaba una cesárea. Hasta ese momento, había cosas parecidas al nacimiento de Flor, mi primera hija, en el que tuve dilatación completa y luego terminamos en una cesárea.

Días después del parto, hicimos una evaluación y un cierre con el equipo. Igualmente, muchas fichas me fueron bajando tiempo después.

Parir a Matías es un hito en mi vida, es un antes y un después. La sombra que en mí iluminó Matías, es la necesidad de darle un epílogo a esta historia infantil, desentrañando este patrón de sometimiento que me acompañó durante años.

Siento una enorme gratitud por las maravillosas oportunidades de la vida. El nacimiento de Matu en una clínica fue un golpe fuertísimo para mi ego: yo que hago tal cosa, que me preparé así, que enseño asá, y que se espera de mí, bla-bla-bla... Cuando empezó el trabajo de parto, hicimos una oración y siempre fue esa nuestra intención: entregarnos a lo que sucediera, a algo superior a nosotros. Y cuando uno se entrega, se entrega. No es a medias, con pretensiones de tal o cual forma o resultado.

¡Qué bendición recibir a nuestros chicos con todo cuidado y conciencia!

* uno de los ritmos de la Danza de los Cinco Ritmos, inspirada en la Técnica de Gabrielle Roth, relacionada con la energía que se mueve con dirección, precisión, con inicio y fin

 

-Promover y peticionar el cumplimiento, tanto en el ámbito publico como el privado, de las recomendaciones citadas (OMS-OPS) y de toda otra normativa

municipal, provincial, nacional o internacional que respeten la filosofía de las recomendaciones citadas.

- Desarrollar un espacio de estudio, investigación, capacitación y difusión sobre procreación, embarazo, parto, nacimiento, puerperio, lactancia y derechos de la mujer y el niño.

-Promover encuentros nacionales e internacionales de trabajo, discusión y acción con otras personas físicas o jurídicas que trabajen en las áreas mencionadas.

-Favorecer la participación de las mujeres en el desarrollo científico y tecnológico. A través, entre otros, aunque no de manera exclusiva y excluyente, de la organización de seminarios, congresos, jornadas, debates, realización de trabajos de investigación, videos, audiovisuales, publicaciones y/o cualquier otro medio de difusión creado o a crearse.

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